José era uno de los doce hijos de Jacob, y su padre lo amaba más que a sus otros hijos. Debido a esto, los hermanos de José se pusieron celosos y lo vendieron como esclavo a unos mercaderes de Egipto.
Después de varios años, José se convirtió en el gobernador de Egipto y sus hermanos tuvieron que ir a Egipto para comprar comida durante una hambruna. Cuando llegaron, José los reconoció, pero ellos no lo reconocieron a él.
En ese momento, José decidió poner a prueba a sus hermanos para ver si habían cambiado. Ordenó que los acusaran de ser espías y los encerró en la cárcel durante tres días. Al tercer día, José les dio la libertad, pero mantuvo a uno de ellos, Simeón, como rehén.
Antes de que los hermanos regresaran a Canaán, José les dio un poco de comida y dinero, pero también escondió una copa de plata en el saco de uno de ellos. Cuando los hermanos se dieron cuenta de la copa desaparecida, regresaron a Egipto para encontrar a Simeón y devolver la copa.